Maldito Perfeccionismo
Llevo años con la idea de escribir un blog. No un año, ni dos. Por lo menos cinco. Pero claro, ya puesta a escribir un blog debería ofrecer programas online. Y empecé a mirar referentes en varios países.
“Buah, esto yo sé hacerlo mejor. Además, quiero hacerlo a mi manera, sin cortar y pegar la estrategia de otros, porque a fin y a cabo lo que yo proclamo es que seas fiel a tu Esencia única.”
“Sólo necesito investigar unas cuantas plataformas de e-learning y e-commerce, crear una buena estrategia de inbound marketing y empezar a convertir todo ese material que tengo preparado para cursos offline en una metodología y formato de programa online. Bueno, quien dice programa, dice programas, porque material tengo de sobra. A ver por dónde empiezo. Habrá que hacer una mini-investigación de mercado para determinar los temas más solicitados. Huy, esto es más complejo de lo que parecía. Debería formarme con los grandes. Las cosas bien hechas.”
Me apunté a un curso de professional blogging. Otro de confección de ofertas online. Y un montón de newsletters sobre copywriting, email marketing, Joint Venture partners, SEO, plataformas tecnológicas de e-commerce, etc. Y la bola se fue haciendo cada vez más grande.
A día de hoy tengo cientos de notas con ideas geniales sobre la estrategia de RRPP, de inbound marketing, de afiliados, referencias de estilo gráfico de la web, etc. Briefings preparados para proveedores varios. Targets investigados; mensajes fuerza extraídos. Primeros copies escritos y re-escritos. La estructura de cursos en post-its de colores. Todos con una considerable capa de polvo encima. A pesar del la enorme cantidad de tiempo y energía que le dediqué, nunca llegaron a materializarse en nada. Bueno, en nada más que frustración.
Porque esto es lo que pasó. Un día me ponía con una cosa. Otro día con otra. Y cada cosa me llevaba a otras cinco nuevas para investigar. “Las cosas bien hechas”. Durante años me autoengañaba diciéndome que en algún momento todas las piezas caerían en su sitio y acabaría lanzando mi flamante Ferrari de la formación útil para la vida.
“Ay, que suena el teléfono: un encargo. Bueno, después me pongo con mi blog barra imperio del coaching. Como no tiene fecha de entrega…”
Y muchos, muchos encargos después, ahí seguían las notas, cogiendo polvo en algún rincón de mi oficina.
Hasta que me di cuenta: no han sido los trabajos que me han impedido lanzar mi blog; ¡ha sido mi perfeccionismo! Doña Perfecta no iba a lanzar una cosa modesta para escalarla después, viendo hacia dónde le llevaba ese primer paso. Nooooo. Antes muerta que sencilla. Aunque racionalmente sabía que mi perfeccionismo me estaba jugando una mala pasada, dentro de mi había una vocecita que decía “sí, pero tú lo puedes hacer perfecto.” Y cada llamada, cada mail, cada encargo por terceros era una excusa perfecta para no estar trabajando en lo que se había convertido en proyecto draconiano. Te imaginas que en el fondo estaba deseando que sonara el teléfono. Pero eso no lo reconocía, ni a mi misma. En la versión oficial, me decía que no tenía tiempo.
Pues hoy Doña Perfecta ha quemado sus polvorientos post-its. No veas lo bien que olía el humo de cinco años de grandes ideas. A lo mejor alguno se me ha pegado. Aunque da igual, porque todo lo que tengo que saber para empezar ya lo sé, y el resto lo aprenderé sobre la marcha.
Porque tratar de tenerlo todo atado antes de empezar, ha sido un autoengaño. Nunca iba a tenerlo todo atado. Jamás iba a estar totalmente preparada. En la vida iba a poder controlar todos los variables. Y en el intento, he perdido 5 años en el que podía haber estado escribiendo posts. A uno semanal hubiera podido escribir unos 240, tomándome incluso un mes de vacaciones. Hoy estoy donde podía haber estado hace 5 años.
Pero con una diferencia. Porque la energía invertida en ese proyecto no se ha perdido. Me ha proporcionado un gran aprendizaje. Una poderosa lección, vivida en primera persona, de cómo te corta las alas la necesidad de control y perfección. Nada es tan importante como para que te detenga. Y mucho menos un e-commerce, claro. Visto desde fuera es hilarante.
Así que con este sencillo post me he dado permiso para fluir. Para empezar antes de estar preparada. Antes de saber de qué va a ir el siguiente post. Escribiendo sin editar. Sin tener un público objetivo en mente. Puede que nadie lea esto. Que en lugar de comentarios se produzca un sonido de grillos y se presenta la típica imagen de la bola de maleza rodando las calles de mi blog. Habilitando los comentarios. Puede que me echen a los leones. Pero estará bien. Porque estaré haciendo lo que me ha apetecido hacer durante 5 años.
Está claro que ese proyecto perfecto tal como lo visualicé nunca se materializará. Se había quedado obsoleto antes de ver la luz. Me había desgastado y aburrido antes de empezar.
En su lugar haré cualquier otra cosa. Y procuraré lanzarla antes de estar preparada y disfrutarla como si no hubiera mañana
¿Dónde estás tratando que sea perfecto antes de lanzarte?
¿Qué precio estás pagando por ello? ¿Te compensa? ¿Y si..?